El secuestro de la selvicultura

Siempre he admirado a las personas que hablan claro y el profesor Rafael Serrada (@RafaelSerrada1) es una de ellas. Así, Del secuestro de la selvicultura y su nueva orientación se titula el prólogo de la obra Compendio de Selvicultura Aplicada en España, que está firmado por los tres editores del libro pero cuyos primeros párrafos tienen el estilo inconfundible del profesor.

Recientemente se ha generado cierta polémica en las redes acerca de los tratamientos selvícolas en los Montes Universales. Y mejor no pongo la provincia donde se ha producido la polémica porque esa es otra polémica aparte. Centrémonos.

Los tratamientos selvícolas garantizan la persistencia y la estabilidad del bosque. Sin embargo, la sociedad urbana los demoniza. En realidad, el problema es justo el contrario, no hacer nada. ¿Qué tipo de monte queremos?

Tratamiento selvícola en proceso en Talayuelas (Cuenca). ¿Qué tipo de monte queremos? ¿El monte de la izquierda, imposible de defender ante un incendio o el monte de la derecha?

El verdadero acto de conservación es cortar, podar y desbrozar. Pero hacerlo conforme a la ciencia-técnica forestal se entiende. Para garantizar la sostenibilidad, no todo vale, pero para eso estamos los profesionales.

Queda mucho trabajo de concienciación al respecto. Habría que empezar con los más pequeños y enseñarles que la selvicultura es proteger la naturaleza. Probablemente los grandes ya no tengamos remedio.

Monte sucio, monte limpio

La gente suele acordarse del monte en dos situaciones negativas:

  1. Cuando se produce un incendio forestal: Es cuando dice que el monte está sucio.
  2. Cuando se toman medidas paliativas contra el desempleo: Es cuando se escucha lo de los ponía a limpiar el monte.

De alguna forma, la imagen idílica del monte en nuestro imaginario es una especie de jardín arbolado donde todo está ordenado y recogido. Pero los que lo recorren saben que nada más lejos de la realidad. El monte son árboles, matorrales, herbazales, claros y marañales.

La vida se abre camino — decían en Parque Jurásico. Y eso es lo que pasa en el monte. Esa vegetación de progresión inexorable, cuando está tranquila nos gusta llamarla biodiversidad, refugio, alimento, naturaleza. Pero cuando se convierte en un problema pasa a ser suciedad.

El abandono de las practicas agrarias (agrícolas, ganaderas y forestales) tradicionales y el uso de combustibles fósiles provocan no sólo que cada vez haya más vegetación en el monte, sino que además el monte crezca y colonice nuevos espacios.

Comparativa de el estado del monte en los años 50 (izquierda) frente al estado del monte en la actualidad (derecha). Localización genérica entre Cuenca y Valencia.

Y no, la culpa no es de la vegetación, aquí no hay buenos ni malos, es sólo naturaleza, a veces cruda y a veces cocinada. Así que mejor vamos a dejar de llamarla suciedad.

Presentación

Pues sí, el título de este blog es un homenaje a Haruki Murakami y su libro De qué hablo cuando hablo de correr que a su vez se inspiró en otro gran libro de relatos: De qué hablamos cuando hablamos de amor de Raymond Carver.

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Sin llegar a tanto, este blog nace sin pretensiones pero con la intención de hablar de incendios forestales. De los debates que se crean en las redes sociales, los interrogantes planteados en los medios de comunicación y también de los temas que surgen cuando nos juntamos los pirofrikis.

Allá vamos.